lunes, 8 de abril de 2013

Dar y recibir nos engrandece

Por Ernesto Partida Pedroza/Agencia MANL

Siempre se nos ha dicho que es más importante y más placentero dar que recibir. Lo dice la Biblia y los grandes pensadores.
El problema es que la educación y la cultura nos enseñan solo a recibir y eso hace que nos resistamos a dar.
La misma constitución nos habla en los primeros 39 artículos sobre las garantías individuales, es decir, los derechos y el resto del texto nos habla de qué manera se conforma el estado mexicano, ¿Y en donde están las obligaciones?
A cada derecho debe corresponder una obligación.
Para que pueda haber derechos debe existir alguien que cumpla con las obligaciones.
El artículo tercero habla de que la educación debe ser gratuita, nada en esta vida es gratuito, lo que se gasta en la educación alguien lo pagó.
Por supuesto que hay millones de familias que no pueden pagar la educación en su momento, pero precisamente para eso debe ser la educación, para enseñar a dar a partir de lo que se tiene y después corresponder a lo que se ha recibido.
Esa es la mecánica de los pueblos que progresan, dar y recibir.
Los políticos llegan a las comunidades y prometen que van a dar multitud de cosas que al final de cuentas, no están en posibilidades de dar.
Lo ideal es no necesitar a los políticos, pero si no hubiera necesidad de ellos, deberían pedir algo al pueblo para que pudieran recibir algo a cambio.
Una sociedad sana necesariamente tiene un intercambio entre dar y recibir.
Dar sin recibir algo a cambio se convierte en un mecanismo de control y sumisión.
Dar sin recibir algo a cambio detiene el crecimiento de quien solo recibe.
Dar y recibir propicia el crecimiento de quien da y recibe.
Todos estamos en posibilidades de dar, hasta el más pobre.
Solo recibir nos empequeñece.
Todos los servicios tienen un costo, exigir gratuidad implica el no reconocimiento del esfuerzo que hace quien da el servicio y detiene el crecimiento de todos.
Un recién nacido nos da su sonrisa y con eso ya nos pagó.
Conforme va creciendo el niño, deberá no solo recoger la ropa de su cuarto, sino tambien es recomendable que empiece a contribuir con los quehaceres del hogar, en la medida de sus capacidades, no porque los padres lo necesiten, sino por el propio aprendizaje del niño.
Hacer algo por los demás es aprender a relacionarse con otros, es aprender a jugar el juego de la vida, es adquirir una identidad, es hacer algo divertido y ese es el camino para llegar a tener lo que más desea por sí mismo.
Muchos padres se esfuerzan por darles algo a los jóvenes, eso está bien, pero es mucho más placentero ponerle las condiciones para que ellos hagan sus propias aportaciones a la sociedad en tiempo presente.
Si no aprende de chico a darse a sí mismo, difícilmente lo aprenderá de grande.
Muchos padres de familia cometen el grave error de solo darles a los hijos todo lo que desean y necesitan y no les dan el margen para que ellos aprendan a ganárselo.
Con el tiempo se vuelven arrogantes y creen que todo lo merecen a cambio de nada.
La vida real no es así, se tiene que aprender a ganarse la vida por sí mismo, de grande nadie le va a dar algo a cambio de nada.
A esos hijos les va muy bien cuando viven sus padres, pero cuanto estos faltan, ahí empieza el sufrimiento de los hijos.
Muy bien se dice, el exceso de derechos hacen de la persona un tirano y el exceso de obligaciones lo convierte en un esclavo.
De ahí la necesidad de que haya un equilibrio.
Dar y recibir debe ser un tema a tratar en la teoría y en la práctica desde el jardín de niños hasta el nivel profesional.
Deberíamos empezar por crear una nueva constitución que tenga el equilibrio perfecto entre derechos y obligaciones.
Sería ideal que en la carta magna estuviera los derechos y obligaciones del padre de familia, de los hijos, del maestro, del alumno, del empresario y del empleado.
Si todos estos personajes de la sociedad conocieran sus derechos y obligaciones y los aplicaran, no sería necesario un gobierno tan obeso que muchas veces solo estorba al progreso de la sociedad.
Nos ahorraríamos los miles de problemas que hoy tenemos como sociedad.
Más bienaventurado es dar que recibir.
Hechos 20:35